La temperatura de color de una fuente de luz se define comparando su color dentro del espectro luminoso con el de la luz que emitiría un cuerpo negro calentado a una temperatura determinada. Se expresa en Kelvin.
El kelvin (símbolo: K), sobre la base del grado Celsius, estableciendo el punto cero en el cero absoluto (−273,15 °C). Celsius y centígrados son dos nombres para la misma escala de temperatura.
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La temperatura de color es una indicación aproximada de la impresión de color generada por una fuente de luz blanca. Describe hasta qué punto tendrá un aspecto “cálido” o “frío”.

Las temperaturas de color más bajas (2000-3000 K) indican colores más cálidos de naranja y amarillo, y las temperaturas de color más altas (4000-6000K) indican colores más fríos como el azul y el blanco.

Se deberán elegir soluciones de iluminación con una temperatura de color adecuada al espacio y del uso que vayamos a hacer de él. No es lo mismo iluminar un ambiente que queremos que sea acogedor como un salón o un dormitorio que un espacio comercial o industrial. Lógicamente la temperatura de color deberá ser totalmente diferente.
La tecnología LED ofrece también una amplia gama con diferentes temperaturas de color que van desde la luz cálida (2200-2700k) pasando por el blanco cálido (3000-3500K), neutro ( 4000-4500K) hasta el blanco frío (5000-6500K)

Existen lámparas y fuentes de luz regulables que ajustan también la temperatura del color ofreciendo un color variable para adaptarse a diferentes momentos del día o necesidades específicas como ofrecer una luz general o una más tenue.
Las diferentes tendencias en decoración, las especiales necesidades de cada espacio y hasta la percepción de cada persona, hacen que cada iluminación se haga a medida.
